de Bibiana Ricciardi
-- Mamá, hay dos terrícolas en la nave. ¿Los echo?
Los caballeros mencionados llevaban delantales blancos y credencial de médicos. La señora suspiró largo, tanto que se quedó sin aire. Inspiró profundo, y soltó una ese imperceptible hasta vaciarse por completo. Entonces desplegó sus orificios nasales e inspiró fuerte replegando la nariz sobre sí misma. El niño tenía unos siete años y la cara llena de pecas. Corrió hacia ella alarmado.
-- ¿Te falta el oxígeno?
La mujer no contestó. Comenzó a lagrimar un llanto garuado, finito, intangible. Abrazó a su hijo que intentó secar la humedad en las mejillas maternas.
-- Deberías cuidar la humedad de tu cuerpo, Ma.
Los hombres intercambiaron miradas. Uno de ellos, el más alto, avanzó con paso firme y separó al pequeño de su madre.
-- ¿Dónde lo van a internar?
Los hombres no contestaron. El más alto se llevó al niño, y el otro a la madre.
Inspirado en: http://www.rpp.com.pe/2012-08-19-familia-de-la-nasa-vive-horas-marte-noticia_513412.html