Credo
de
Bibiana Ricciardi
La ahijada vestía una bata
hospitalaria, la madrina jean, buzo y zapatillas. La pila bautismal era una
chata desinfectada con tal fin. El cura frunció el seño. Podía realizar el acto
en una clínica, podía tolerar que la bautizada se dializara mientras ocurría la
ceremonia, pero le costaba volcar su preciado líquido bautismal en esa extraña
pila. Resignado preparó el resto de los elementos, elevó sus ojos hacia la
madrina y le preguntó si creía.
-- Sí, creo.
-- Repita conmigo: creo en Dios
y sus santos evangelios.
La mujer se negó a hacerlo.
Adujo que podía hacer un credo de sus propias convicciones. El hombre
transpiró, dudó. Unos pasos más atrás la abogada esperaba el final de la
ceremonia para iniciar la demanda por donación de órganos entre personas no
vinculadas. El sacerdote se sintió cansado. Bautizó a la enferma renal sin
credo, sin sentido y se retiró enojado.
Inspirado
en: http://www.clarin.com/sociedad/acto-amor_0_755324529.html