Puro hueso
de
Bibiana Ricciardi
Me preguntaron si olía. Cómo no
va a oler. Los muertos huelen. Piensan que soy idiota.
-- Claro que olía. Un olor
fuerte, penetrante. Se te mete entre los poros y enferma tus huesos. Por eso yo
pagué lo mío con la artrosis. No ve que ni la mano puedo abrir. Son los huesos
hablando entre ellos. Idioma de huesos, que son lo único que queda. La carne
por suerte se pudre todita. Mejor, para lo que sirve.
Me dijeron que cómo hacía para convivir
con un cadáver. Cómo no voy a vivir con mi marido muerto.
-- Más difícil era de vivo. Cincuenta y siete
años lo tuve que aguantar. Me agarraba de acá, de allá. Metía su nariz en mi
comida, su cosa en mi barriga. Ahora por lo menos está quietito.
Me dijeron que iría presa.
-- Vénganme a buscar si quieren porque
yo ni moverme puedo.