Vientre moreno
de
Bibiana Ricciardi
El olor invadió su nariz desde
que abandonó el ambiente presurizado del avión. Un aroma dulzón, putrefacto. Lo que comen debe ser. Puro
picante. Y la mugre. Porque hay que decir la verdad: son muy sucios. Sin
juzgarlos mal, con sólo verlos. La suciedad en las calles. Mezclados con los
animales. Felicitas dudó desde el primero momento. Entendía que si quería ser
madre sólo podía serlo en ese país, pero el sacrificio era demasiado grande. Podrían
haber esperado un poco, ahorrado un poco más, y juntar como para alquilar un
vientre en Estados Unidos. Alguien de su misma especie, por lo menos. Porque
estaba el tema del color también. El médico les había dicho que serían ellos mismos.
Que nada contaminaría su propio adn pero
ella no lograba borrar la imagen de ese vientre hinchado, moreno, con el botón
del ombligo dado vuelta. ¿Cómo podía su bebé vivir allí dentro?