Crédito de vanidad
de Bibiana Ricciardi
Salió a fumar un cigarrillo. El frío de la noche tendría que despejarlo. Había tomado mucho, pero no lo suficiente como para borrar la angustia. Por mucho que lo intentara jamás lograba sobrevivir a una entrega de premios. Ganara o perdiera la situación siempre era la misma. En el primer caso la depresión posterior a la primera euforia lo dejaba meses sin poder escribir ni una palabra. Se había soñado a sí mismo autor de culto, merecedor de honores, pobre pero valorado. ¿Qué significaba el reconocimiento de estos pares de la industria hollywoodense? Sin embargo, cuando como esa misma noche le tocaba perder, la desesperación era aún más profunda. Maldito ego. Él, que podría haber renovado la escena como no lo hacía nadie desde Miller, se había dignado a escribir para esa manga de bestias que ni siquiera sabían valorar su talento. Si por lo menos no le doliera tanto.
Inspirado en: http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2012/06/120607_premios_tony_dramaturgos_wbm.shtml