Vampiro
de
Bibiana Ricciardi
En mi carrera me había tocado escuchar las más
disparatadas críticas, pero nunca me importaron. El artista debe saber que si
su arte es genuino jamás será comprendido por sus contemporáneos. Hice de la
revulsión una estética. Fui el primero en pintar con sangre. Con la sangre de
Ana. De hecho, su música fue sólo una herramienta para financiar mi arte. Ambos sabíamos que lo
suyo no era más que mercancía. Pobre Ana; disfrutaba dejando a la pop star en
el perchero de la entrada. La única estrella que había en casa era yo. Mientras
ella vivió jamás vendimos un cuadro. No lo necesitábamos. Pero su temprana
desaparición me empujó a hacerlo. Pobrecita, si hubiera visto al rematador.
Estaba feliz el animal. Como si la fortuna que consiguió pudiera aplacar la
humillación de no haber sido siquiera mencionado en la subasta. Parece que el
comprador era uno de sus fanáticos.