Amores que matan
de Bibiana Ricciardi
Hacía tiempo que los pasillos
oscuros repetían el rumor. Luciano andaba noviando con una de las mujeres de
ahí. El capataz ya nos había advertido que no era buena idea. No tendrían que
haberlas traído. No puede haber otra mina. A la tierra no le gusta compartir. Se deja penetrar, y hasta que le arranquemos
sus tesoros, pero tiene un precio. Nosotros somos de ella. No es que el minero
no se pueda casar, no. Todos tenemos una mujer afuera, pero no la vamos a andar
mostrando. Abajo somos todos solteros. Novios de la mina.
El problema es que ahora, con tanta
chica dando vuelta por los túneles, alguien iba a caer en la tentación. Era
obvio. Y el otro, que tenía tal metejón que no escuchaba. Por eso, el día que
la tierra rugió y se lo devoró de un bocado, nadie se arrimó a consolar a la
viuda.
Inspirado en: http://www.perfil.com.ar/contenidos/2012/03/11/noticia_0011.html