Infierno
de Bibiana Ricciardi
Te estoy escuchando, ¿eh? Debés pensar
que soy sordo. No quiero escuchar ni un murmullo. ¡Callate, idiota! ¿Querés que
te haga llorar de verdad? Agradecé a Dios que estoy apurado, que si no abro la
puerta, y sabés como te doy, ¿no?
¡Imbécil! El maullidito tampoco. ¿Querés
que te escuchen los vecinos?
Así va mejor.
Voy a salir un ratito. Dejé encerrada a las
nenas en la otra pieza. ¡Silencio! Acá el único que habla soy yo. Las demás
escuchan y obedecen.
Se quedaron tranquilitas, son más
piolas que vos. Mis hijas están bien criaditas, no como la madre. Yegua. Sos tan
puta, que si no te encierro te vas con cualquiera. Las nenas, no. Ellas saben que
son del papá. ¿Sabés lo bien que me atienden? Cuatro chancletitas, no fuiste capaz de darme
un solo machito. Por lo menos me conformo así. Ya no te necesito ni para coger.