Luz pública
de
Bibiana Ricciardi
¡Señor! Usted, el del sobrerito ridículo. Si,
usted; no se haga el que no me escucha. Le estoy hablando. ¿No le parece que
está un poco grandecito para andar jugando a la estatua? Después el gendarme me
viene a cargosear a mí con el tema de la bebida. ¿Y usted? Durito ahí en medio
de la plaza, haciéndose el soldado valiente. Estatua viviente, ¿no? ¿Dónde se
estudia eso? Mire que por acá no vienen
los turistas. Yo se lo digo por su bien. Mejor se baja y se toma uno tragos
conmigo. No le va a hacer nada. No le crea al gendarme. Mire, hago el cuatro.
Silbo la cumparsita. Estoy bien. Mire lo que hago, equilibrio en la reja. Me lo
hace a propósito. Me apagó todas las luces. Así obvio que me caigo. Prenda quiere.
Esta es una plaza pública no puede apagar. Ayúdeme a pararme, por favor.
Inspirado
en: http://www.lanacion.com.ar/1461313-las-luces-se-apagan-en-la-hora-del-planeta