Destino numérico
de Bibiana
Ricciardi
¿Cuánto
tiempo puede demorar? Acostumbrado a los cálculos imaginó que aquello no podía
llevar más de siete u ocho horas. Siete horas, treinta y seis minutos. El
número se le apareció solemne en el medio del cerebro. Las cifras eran compañeras.
Siempre habían estado allí bailando en su interior, sin importarles demasiado
la temperatura exterior. Setecientos treinta y seis. Lindo, grande,
fluorescente. Podía sentir su vibración. Casi que le daba calor. Si pudiera
pararse correría a jugarle. Tal vez mañana podría ser millonario. Podría ir al
hotel de la plaza y pedir una habitación con calefacción. El número siguió
bailando dentro suyo, y creyó que podría
zafar. Intentó mover las piernas pero le fue imposible. Estaban como adheridas
al hielo del piso. No valía la pena.
¿Para qué? Si igual en siete horas y treinta y siete minutos habría muerto
congelado. No podía fallarle de ese modo al destino numérico.
Inspirado
en: La Nación (4/2/12) – Exterior “El
frío no da tregua en Europa: ya son 250 los muertos”