Testamento abierto
de Bibiana Ricciardi
No
es mi intención legar nada porque nada tengo. Los estudios de Hollywood ganaron
fortunas conmigo, pero nadie me pagó. Por eso no tiene demasiado sentido que se
pregunten sobre cómo certificar la legalidad de un documento escrito de puño y
letra por un simio. Ya me esforcé demasiado por demostrar mis habilidades, no
pienso continuar en esa línea justo ahora que transito mis días finales.
El
sentido de este escrito es sólo el de expresar mi última voluntad: no me
entierren. Tírenme en la selva para que me pudra tranquilo, o sirva de alimento
a las aves carroñeras. Tuve una vida humana, deseo una muerte animal. No quiero
que alguien siga engrosando su billetera cobrando entrada para ver mi tumba.
Soy
mono, no hombre; “mono”, no “mona”. No soy Cheeta, soy Jiggs. ¿Cuál hubiera
sido la diferencia si el compañero de Tarzán hubiera sido un mono y no una
mona?
Inspirado en Página 12 (28/12/11) – Muerte de
Chita