Madre hay una sola
de Bibiana Ricciardi
En el sur de Italia, provincia de
Nápoles, una mujer embarazada miró el mar y soñó con un hijo marino. Francesco
cumplió el mandato. Juntos imaginaron mares remotos, paisajes helados, playas
vírgenes. Aventura, adrenalina. Todo menos un crucero de lujo. Once años de
navegar la misma ruta, la palma de su mano. Su único consuelo eran las damas.
El capitán constituía todo un trofeo: en lugar de sortear obstáculos marinos,
se dedicaba a escapar de la mirada de los maridos celosos.
Pero esa noche el barco embistió una
vieja saliente rocosa que siempre había estado ahí. El capitán apenas atinó a
subirse la bragueta, mientras el agua invadía el crucero. Por fin se sacaría el
lastre de encima. Mientras los tripulantes pedían auxilio, él llamó a su madre
para narrarle su primera aventura. La anciana le imploró que se salvara. El capitán
volvió a obedecer y abandonó el barco entre los primeros.
Inspirado en: Clarin 15/1/12 (Detuvieron al
capitán del barco naufragado por homicidio involuntario y abandono de nave)