El vuelo de la mosca
de Bibiana Ricciardi
La anciana observa una mosca inmóvil. Ella y la
mosca, quietas las dos. No hay más vida en la habitación. Si es que está viva.
Las moscas nunca se quedan quietas. La ventana abierta, la cortina estática, ni
una bocina desde la avenida. El tránsito habitual se habría mudado al polo
norte, o el sur. ¿Existirían? Comenzó a dudarlo. El frío se le hizo cuento.
El cielo era gélido, el infierno en cambio puro
fuego.
El
cuerpo le pesa tanto que ni lo siente. Los orificios nasales no se le dilatan.
Para qué. Se necesita aire para moverse, por eso la quietud es total. ¿Estaría
muerta? ¿Habría muerto de un golpe de calor en medio de la noche, y ni siquiera
lo había notado?
Pero si estuviera muerta hubiera dejado de
sentir calor. A menos que lo suyo fuera el infierno. La anciana por fin se
levanta y pone la pava al fuego.
Inspirado en: http://www.clarin.com/ciudades/ola_de_calor-SMN_0_625137628.html