Herencia
La diputada díscola bloqueó el
llamado de su asesor. Estaba harta de todos ellos. “Se cuelgan de mis tetas”.
Le gustaba ese humor chabacano que le brotaba. Venía por contagio. Su flamante
pareja se movía como pez entre el filo de la agudeza y la navaja de la incorrección
política. ¿Pez? Tiburón más bien. Le
gustaba ese hombrote morrudo que se desarmaba como niño con sólo mirarle el
escote. No necesitaba hablar con ellos. Sabía lo que le iban a decir. Que como
se le ocurre jugar con un muerto tan ilustre, que las redes sociales son
peligrosas, que la notoriedad conlleva prudencia. Pero bien que todos se
beneficiaban con sus logros. Si su padre la viera sosteniendo sus banderas. Hasta
su apropiador, preso en Campo de Mayo, sonreiría feliz al ver su foto en la
tapa de todas las revistas. Al final no le resultaba imposible complacerlos a
ambos.
Inspirado en: http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-183531-2011-12-16.html