Colaboracionista
de Bibiana Ricciardi
-- Acá, atrás. Al fondo.
El escritor hizo una visera con su
mano para atajar las luces que le impedían ver las últimas butacas de la
platea. Un hombre se erguía y gesticulaba.
--¿Te acordás de mí?
-- Acercate, estas luces que pusieron…
-- No hace falta. Yo soy de los que todavía
tienen miedo. Los que necesitamos mantenernos guardados para seguir vivos.
¿Vos? ¿Cómo te animás?
La elegante librería de Palermo
estaba colmada de espectadores que asistían a la presentación de la biografía
del célebre sobreviviente de la dictadura.
-- ¡Colaboracionista! –acusó el intruso.
-- De eso se trata mi libro.
-- El hombre confiesa, escribe un libro, y
calma su culpa. ¿Y ustedes lo van a comprar? Por los compañeros muertos, desaparecidos
y torturados. ¡Frenemos el show obsceno de nuestras miserias!
-- También nos extirparon eso. No somos dueños
de nuestras culpas. Tampoco de nuestro
dolor, compañero.