Asistente terapéutica
de Bibiana Ricciardi
Gusano retorcido, amorfo, tembloroso, maloliente. La fila era tan larga que daba la vuelta a la esquina. Niños sucios, calcinados por el sol, adormecidos por la guerra. Sumisos. Un pie, después el otro. Las espaldas dobladas por el peso de sus armas. A mitad de cuadra un pequeño ha quedado tendido. Al llegar hasta él cada uno levanta su pie y lo salta. Algunos lo rodean. Ninguno se detiene. Deben llegar a tiempo para recibir municiones, y algo de alimento para sus estómagos. Una mujer recorre la fila lentamente. Les habla quedo, intenta atrapar sus ojos, junta resabios. Los pequeños guerreros no parecen registrarla. Alguno que la ve levanta la manito cansada, como quien espanta una mosca molesta. Al llegar junto al niño caído la mujer se agacha. Acaricia su cabello grasoso, le susurra una canción al oído. Hubiera sido más práctico estudiar canto en lugar de psicología.
Inspirado en: http://america.infobae.com/notas/34918-Tres-africanas-comparten-el-Nobel-de-la-Paz