Co autor
de
Bibiana Ricciardi
“De cuantos libros he
entregado a la imprenta, ninguno, creo, es tan personal como esta colecticia y
desordenada silva de varia lección, precisamente porque abunda en reflejos y en
interpolaciones.”
El reloj del comedor tocó doce campanadas justo cuando Eduardo terminaba la
última palabra del epílogo de su nuevo libro. Lo tomó como un buen augurio. El
trabajo del escritor debe tener alguna forma de disciplina, de lo contrario se
diluye en el abandono de la pereza. Borges decía que no hay punto final, sino
autores holgazanes. Eduardo se sabía a salvo. El maestro le había dado la
clave. Las interpolaciones. Qué cosa es hacer, sino re hacer lo que ya hicieron
los que nos precedieron. Por eso Eduardo ni lo intenta. Le falta narcisismo. Lo
suyo es la re escritura literal. Ha dedicado cada mañana de su vida a copiar de
puño y letra la extensa obra de su maestro.
Inspirado
en: http://www.perfil.com.ar/ediciones/2011/10/edicion_622/contenidos/noticia_0001.html