Nudo Marinero
de Bibiana Ricciardi
Una cuerda fuerte. Nudo marinero, se llama. Lo aprendió en un video en Internet. Practicó durante varias noches. En silencio, sin prender ninguna luz. Tenía una linterna chiquita. De cuando fue a su primer campamento. Primero y último. Lo pasó horrible. Ponía el banquito sobre el escritorio y llegaba fácil a la viga del techo.
Lo más difícil fue conseguir la soga. “¿Para qué la querés?”, el padre sospechaba. No podía imaginarse. O sí. La terapeuta los habría alertado. Al final era peor el remedio que la enfermedad. Como si la depresión tuviera cura. O la homosexualidad. “El tratamiento no tiene nada que ver con tu orientación sexual. Nosotros te queremos tal como sos”. Ellos. Pero los chicos en la escuela, y en el club, y en Facebook.
Ahogó un temblor involuntario. No quería que ningún sonido lo delatara. La soga estaba firme. Pasó el lazo por su cabeza y saltó.
Nota de la autora: Este minicuento surgió de un hecho real: http://www.infobae.com/notas/607073-Conmocion-en-los-EEUU-por-caso-mortal-de-bullying-por-internet.html