Día 61
Lunes 3-3-14
Selfie
El brazo tenso, la cara relajada. El arte consistía en aflojar la cara, fingir naturalidad. Distinto al espejo. ¿Cómo se vería su nariz? Adquiría formas autónomas. Crecía, se estiraba, inflamaba el contorno. Una protuberancia desmadrada. Mentiras ancestrales. La madre, la abuela, la bisabuela y la tatarabuela. Nacidas para mentir. Mujeres traicioneras. Traicionadas. Generaciones de mentiras acumulando sedimento barroso. Capas superpuestas. Eras geológicas de ocultamientos amontonados sobre su apéndice nasal. Cómo no torcerse con semejante peso.
No las había conocido. A su madre, si; a las anteriores, no. Pero como muestra alcanzaba con ese botón. La nariz de su progenitora era como un botón grueso, achaparrado, con orificios dilatados. El marco perfecto para esa lengua viperina. Había inoculado el veneno lentamente, permitiendo que la niña oliera la calaña de su propia estirpe desde pequeña. Lo peor no era faltar a la verdad. Decir algo a conciencia de estar falseando los hechos. No. El estilo familiar se había forjado en la omisión. El silencio era cómplice. A Pinocho le crecía la nariz. Finita y larga con cada mentira. A ellas, en cambio, se les combaba por el peso de lo no dicho.
Inocultable.
Apagó el teléfono y desistió de la auto foto.
http://www.minutouno.com/notas/314909-la-autofoto-los-oscar-que-estallo-las-redes-sociales