El emperador y los maestros
de Bibiana Ricciardi
Había una vez un rey sin capa, ni corona. Desnudo como cuando llegó al mundo --Sabemos que no vino solo, pero quién lo trajo a esta parte del planeta, no es asunto de este relato sino de otro--. La cuestión es que el hombre estaba desnudo porque había pretendido vestir el traje más exclusivo que alguien existiera, pero como tal ambición excedía sus propias posibilidades, sus asesores lo convencieron de que portara ese único espécimen, que sólo podían ver las mentes brillantes. El resultado del experimento es igual al del cuento infantil. El monarca anda desnudo porque no se atreve a reconocer que es incapaz de ver el atuendo. Pero, a diferencia del de Andersen, en este otro cuento, quienes se atreven a señalar la impudicia imperial no son los niños sino sus docentes. El emperador ofendido los mandó a apresar y los niños ahora ya no tienen que estudiar.
Inspirado en: http://www.lanacion.com.ar/1503771-hay-una-aberracion-que-no-se-puede-permitir-insistio-bullrich-sobre-la-parodia