Agua
de
Bibiana Ricciardi
Era un niño caprichoso, anodino, arrogante y
malhumorado, pero nadie se lo había hecho saber. Creció ignorante de sus carencias,
entre adultos que tampoco sabían qué se debía esperar de un infante. Tomaban sus
desplantes con la naturalidad con la que se asumen las inevitables molestias de
la vida cotidiana. Las tardes de calor, las chicharras, la lluvia. Pero así como abrían un paraguas para frenar
el agua, del mismo modo fueron alejando a la criatura para evitar el incordio
de aguantarlo. Llegó así el día en el que fue normal para todos que durmiera en
el ala de servicios. Andrés reinó en el sótano al que pronto nadie se atrevió a
descender. Todo cambiaría cuando creciera. Sin embargo, nada cambió. O sí, cuando
el niño creció se invirtió la ecuación. Ahora son los adultos quienes esperan
ansiosos que Andrés les baje un poco de agua aunque más no sea.
Inspirado
en: http://www.perfil.com.ar/ediciones/2012/8/edicion_702/contenidos/noticia_0043.html