Pertenencia
de
Bibiana Ricciardi
Desde joven el hombre había comenzado a olvidar
qué tipo de relación lo unía con determinados objetos o personas. Primero
habían sido cosas sin importancia. Un par de zapatos en el vestuario del gimnasio,
por ejemplo. Pero pronto la cosa se fue poniendo más complicada. Un día dejó de
reconocer cuál era su puerta, y al siguiente fue incapaz de saber cuál era su
mujer. Entonces desarrolló un método infalible. Bastaba con observar a los
demás. Si una señora se acercaba sonriente esa debía ser su esposa. Si el pasea
perros le extendía una correa ese sería su perro. Pero el ejercicio lo llevó a desarrollar
por demás su capacidad de empatía. Entonces todos los perros, las mujeres, los
hombres, los niños y hasta las aves aseguraban que merecían estar a su lado. El
hombre no se resistió: se acomodó a vivir la vida que los demás le fueron
imponiendo.