Duda existencial
de Bibiana Ricciardi
No le agradaba cumplir años. Ya habían sido
muchos. Tantos que el abismo lo esperaba a la vuelta de la esquina. La muerte era
una horrible certeza existencial.
La vejez nunca había constituido un escollo. Recordaba
la satisfacción de verse viejo y sentirse joven. Era como andar enmascarado. Así
los pasillos de la selva eclesiástica se transitaban más fácil. Los jóvenes no
accedían a altos cargos. Se les notaba demasiado la ambición. Él, en cambio,
había sabido esconderla detrás de su tierna cara de abuelo manso. El premio fue
el regalo de cumpleaños de su aniversario número setenta y ocho, el cordero fue
lobo y se quedó con todo el rebaño.
Pero el problema era que los Sumos Pontífeces
también morían. Su propio cuerpo, de hecho, comenzaba a exudar un olor a muerte
que no tapaba ni la mirra. ¿En qué modo el
don de la vida era realmente tal?
Inspirado en: http://www.aciprensa.com/noticia.php?n=36691
“En su cumpleaños Benedicto XVI recuerda que está en el último tramo de su vida”