Virgencita
de Bibiana Ricciardi
La bombacha caída entre los tobillos. El mentón apoyado en las rodillas.
El culo saliendo gordo por encima de la tabla. “Inodoros para anoréxicas”. ¿Cuánto
tiempo es tres minutos? Suficiente como para pararse y subirse la bombacha.
Ponerse en acción aceleraría el reloj. Prefería detenerlo. Ojos que no ven,
corazón que no siente. Los suyos estaban clavados en el minutero. Disciplina de
concentración para evitar que se desvíen hasta el adminículo condenatorio.
Justo ahora que los chicos están grandes. Iba a viajar, a estudiar. Eso les pasa a las mujeres tontas. Por putas; o
por boludas. O por mujeres. Eso sólo les pasa a las mujeres. Y ni siquiera
había gozado. Qué vergüenza. A su edad. No puede, no debe.
El espejo le devolvió la imagen humillante de su humanidad implorante.
Se incorporó, acomodó parsimoniosa la ropa y recién entonces miró. Dos rayitas.
Ni la virgencita desatanudos la ayudaría.
Insipirada en: http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-180232-2011-11-01.html